El Cantón Murciano: La Rebelión De Cartagena 1873-1874 (Primera Parte)

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QH88 En 1873 se proclama en España la república federal.  La situación de guerra abierta impide a su presidente, Pi y Margall, avanzar en el modelo federal con la rapidez y profundidad que muchos de sus defensores desean. Descontentos por ello, un grupo de diputados radicales conocidos como los intransigentes, abandona el congreso y acuerda organizar una insurrección cantonal. Es decir, una toma del poder en las regiones que imponga el modelo federal desde abajo como un hecho consumado. Comprendiendo que el gobierno central tratará de reprimir esta actuación, eligen cuidadosamente una plaza que pueda defenderse de una previsible respuesta militar. Y deciden que el lugar adecuado es Cartagena, por sus poderosas fortificaciones, su potente artillería y la posibilidad de conseguir reclutar a las poderosas unidades navales allí basadas.

Pi y margall
Pi y Margall

LA INSURRECIÓN

«El castilllo de galeras ha enarbolado la bandera turca»

El día 11 se habían producido diversas reuniones entre los conspiradores de Cartagena, que habían ido adoptando decisiones y luego rechazándolas con sucesivas rectificaciones. Había una orden de los líderes en Madrid de aplazar la toma de la ciudad, pero una información de importancia fundamental les obligó a acelerar sus previsiones: A las 00.00 del 12 de Julio estaba previsto que todos los fuertes recibiesen guarniciones del ejército regular. Muy especialmente el castillo de galeras, que estaba comprometido con la insurrección. Apremiados por el tiempo, decidieron dar la orden a un grupo de 30 partidarios de ocupar el castillo  (Pronto rebautizado como “Vanguardia Federal”), cuya guarnición no hizo nada por oponerse. Al acudir los cazadores de Africa a tomar posesión de la fortaleza, encontraron las puertas cerradas.

Ante la evidente desobediencia a las órdenes del gobierno central, los conspiradores locales optan por revelar sus intenciones, no sin discusión y defecciones,  y forman una “Junta Revolucionaria municipal de Salvación Pública” que ocupa las instalaciones municipales.

Es en ese momento cuando marineros de la fragata Almansa informan de las órdenes que tienen los buques para levar anclas y zarpar, con la evidente intención de evitar el contagio revolucionario. Los conspiradores acuerdan realizar un gesto desde el castillo ocupado que deje claro a los marineros embarcados que la ciudad ha iniciado la revolución federal.

En el fuerte de galeras, se dispara un cañonazo para confirmar la recepción del mensaje, y se arría la bandera española. Pero a falta de un distintivo propio, el comandante rebelde aprovecha la única alternativa a su disposición: Una bandera turca capturada que se conserva en la fortaleza (En otras versiones, una bandera turca que existe allí, junto a las de otras naciones, para cuestiones de señalización y honores) Al izarla cunde el desconcierto entre la población, por lo que la bandera es arriada de nuevo y teñida completamente de rojo con medios de ocasión (La leyenda piadosa cuenta que con sangre de los voluntarios)

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La versión oficial de los cantonales difiere bastante de la legendaria. Los voluntarios ya habrían iniciado su operación disponiendo de una buena cantidad de tela roja adquirida la víspera.

En cualquier caso, hay un hecho objetivo. El cantón ya tiene bandera.

Sin músicos a su disposición, se ordena a varios voluntarios que acudan a las iglesias y hagan repicar las campanas en señal de triunfo. La bandera, el cañonazo  y las campanas convencen a la población de que ya están bajo el poder de los rebeldes, que realmente solo ocupan la fortaleza y un puñado de edificios con una fuerza realmente exigua. Sin embargo, atraídos por el aparente triunfo, todos los tibios del día anterior y muchos nuevos voluntarios acuden a ofrecer sus servicios, con lo que rápidamente se pueden organizar guarniciones en todas las posiciones.

No obstante, a pesar de las intenciones de la marinería, los oficiales de la armada mantienen a los buques de guerra al margen de la situación, en una neutralidad forzosa.

Antonio Gálvez Arce “Antonete”, diputado murciano en las cortes, acude desde Murcia junto al gobernador civil, que superado por los acontecimientos y la euforia que se vive en las calles, aconseja a las autoridades municipales su dimisión. (El gobernador civil remarcaría siempre que no “ordenó”, sólo “aconsejó”, lo que en su opinión le eximía de las acusaciones de colaborar con  la revuelta)

Antonete Galvez  es nombrado comandante general de todas las fuerzas de Cartagena, regulares y voluntarias, terrestres y navales, y ordena a la Junta de Salud Pública izar la bandera roja en todos los edificios públicos, proclamando el Cantón murciano dentro de la República Federal española.

En medio de esta situación de incertidumbre, los cantonalistas ocupan pacíficamente todas las fortificaciones. El día 13, el propio ministro de marina se ha embarcado en la escuadra, tratando de mantener su fidelidad. Pero sin éxito, por lo que se retira ante el estado de amotinamiento de la marinería. Rápidamente, Antonete Galvez acude a la Almansa, donde es vitoreado por los marineros, y les entrega una bandera roja que es rápidamente izada. Al verlo, los marineros del resto de los buques se hacen cargo de la situación expulsando a sus oficiales y los delegados del cantón reciben la entrega de toda la flota anclada en Cartagena. Es una fuerza impresionante: Cuatro fragatas blindadas: Las Numancia, Tetuán, Vitoria y Méndez Núñez (Los acorazados de la época), la fragata de hélice Almansa y otras unidades menores o inoperativas.

¡El cantón se ha convertido en una de las primeras fuerzas navales del mundo!

El caos es espantoso. El presidente de la república envía delegados a Cartagena para convencer a los insurrectos, y estos se pasan a la rebelión. Ordena también el envío de una fuerza militar, pero  las tropas no llegar a acercarse, ya que su comandante teme la revuelta de Valencia y a los carlistas del maestrazgo. Atendiendo a tantas amenazas, no se enfrentará a ninguna. Galvez nombra un comandante militar, el General  Contreras,  y un jefe para el cantón cartagenero (Ya que él es el jefe del Cantón Murciano, mucho más extenso)

Antonio Galvez Arce
Antonio Gálvez Arce

Contreras, recién llegado de Madrid, exige y obtiene la rendición de todas las instalaciones y defensas aún en manos de los gubernamentales.

El día 15 de Julio, un batallón del regimiento de Iberia que se ha amotinado, entra en la ciudad entre la euforia popular para unirse a la rebelión. Mientras el regimiento entra en Cartagena al mando de sus sargentos y un puñado de oficiales, el resto de la oficialidad con las banderas del mismo, se dirige a Madrid.

Este fracaso, y las acusaciones de tolerancia o apoyo hacia la rebelión, fuerzan la dimisión de Pi y Margall. Los bandos ya están claramente definidos a finales de Julio, cuando se ordena la detención de los líderes cantonales y se considera pirata desde el 20 de Julio a cualquier buque de guerra que habiendo pertenecido a la armada española zarpe del puerto con una bandera diferente.

PRIMERAS OPERACIONES

El 21 de Julio Galvez ya se encontraba en Alicante el mando de la Vitoria. Desembarcó en el puerto con un atuendo pseudomilitar en el que destacaba un quepis galonado de oro y un bastón de mando.

A pesar de su retórica y de las presiones de las que hace objeto a las autoridades locales, no consigue que Alicante secunde la revolución federal, por lo que decide regresar a Cartagena. En la ruta, la Vitoria se cruza con la fragata blindada alemana Friedrich Carl, que ante la bandera roja abre las puertas de sus cañones. La Vitoria hace lo mismo, pero al  tiempo arria la bandera roja e iza la española, por lo que el incidente no va a mayores.

El SMS Friedrich Carl
El SMS Friedrich Carl

Esa misma noche, el comandante alemán tiene conocimiento del decreto español que declara piratas a los buques bajo pabellón rojo, y parte a toda máquina en busca de la Vitoria. (Existen fuentes que llaman a esta fragata “Victoria”. El motivo es que con la instauración de los Saboya, cambió su nombre original de Vitoria, por el de Victoria, la nueva reina. Pero tras la abdicación de Amadeo I, recuperó su nombre original de Vitoria)

El comandante de la fuerza alemana es Reinhold Von Werner, un veterano destacado de la guerra franco-prusiana, que se encontraba dirigiendo una importante fuerza naval alemana en un crucero de “instrucción” por Sudamérica. Ha recibido órdenes de separar una pequeña fuerza y dirigirse al Mediterráneo para vigilar la evolución del cantón cartagenero. Entre sus oficiales se cuenta un joven Alfred Von Tirpitz.

INCIDENTE CON ALEMANIA

El 23 de Julio, con Antonete Galvez a bordo, el vapor “Vigilante” regresa a Cartagena tras apoyar la fundación del Cantón de Torrevieja.

En su ruta se interpone la fragata blindada alemana Friedrich Carl que lo captura en la propia bocana del puerto. Es la primera actuación agresiva de la flota conjunta germano-británica que vigila el cantón cartagenero por orden de sus gobiernos (Italia y Francia operan de modo independiente). El mando lo ejercería el comodoro alemán Reinhold Von Werner, oficial de mayor antiguedad de las dos agrupaciones.

Von Werner ordenó la captura del vapor amparándose tanto en el decreto de Nicolás Salmerón, Presidente de la República, que clasificaba a los buques y sus tripulaciones como piratas; como en la legislación internacional, que los consideraba del mismo modo por izar una bandera que no se reconocía por nación alguna. Eso le autorizaba, en su opinión, para entrar en aguas territoriales españolas y realizar la captura.

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Vice almirante Reinhold von Werner

No sólo eso, Von Werner exigió la entrega de la fragata blindada Vitoria, por haber salido a alta mar enarbolando la misma bandera roja. El cantón cartagenero se negó a entregar el buque principal, pero cedió el vapor sobre el que ya no tenía autoridad alguna. Von Werner trató de considerar a dicho vapor como buena presa, pero su gobierno optó por devolverlo al gobierno central español.

Los cantonales se habían preparado para resistir por las armas cualquier intento alemán de capturar la Vitoria, pero en ningún momento prepararon sus buques para salir a alta mar a recuperar el vapor. Exigieron explicaciones del cónsul alemán, y este señaló que el propio Von Werner reconocía haber actuado sin órdenes, sólo con el razonamiento general de que el vapor no izaba una bandera legítima. Cuando llegaron noticias de Alemania, el gobierno imperial recordaba que la labor de los buques germanos debía ser defensiva, no debiendo tomar nunca la iniciativa. Con todo y con esto, Alemania no devolvió el buque a los cantonales.

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