Inglaterra Prevalece. La Emergencia Malaya 1948-1960 (Parte 3)

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El Ejército Británico

“Soldado me hice, pues gloria quería. Y ahora me dispararan, por seis peniques al día” Charles Dibdin

QH88 Durante la emergencia, la base principal de las fuerzas de la Commonwealth fueron los 30 batallones británicos de infantería (Poor Bloody Infantry) que prestaron turnos de servicio en la misma. En esos años, el ejército británico era un ejército de reclutas, por lo que los batallones se formaban con jóvenes británicos que cumplían el servicio militar y que eran dirigidos por sargentos y oficiales veteranos de la Segunda Guerra Mundial.

Desde 1950, debido a las necesidades derivadas de la Guerra de Corea y de otros compromisos coloniales, el servicio militar británico se prolongó hasta dos años desde los 18 meses originales, lo que permitió disponer de personal suficiente para los despliegues en ultramar. La ruta hacia Malaya, era una ruta naval a través de lugares que iban dejando de pertenecer al Imperio en el que aquellos reclutas habían sido niños: Malta-Suez-Aden-Colombo.

Los jóvenes británicos se adaptaron bien a la selva malaya, y aprendieron a combatir a enemigos más peligrosos que los siempre huidizos comunistas: Las sanguijuelas. Al carecer de la gran cantidad de helicópteros de los que dispondrían los norteamericanos en Vietnam, las patrullas británicas se prolongaban durante más tiempo y suponían largas caminatas y estancias en la selva. Los cruces de los numerosos cauces fluviales implicaban la necesidad de una posterior limpieza exhaustiva de sanguijuelas.

Una patrulla típica en la selva estaría formada por unos diez hombres, con munición y suministros para al menos dos días de despliegue. La patrulla se trasladaría mediante camiones hasta una zona desde la que iniciaría su avance a pié en la selva, donde se dedicaría a rastrear o, en caso de disponer de información adecuada, a establecer una posición de emboscada. Los ingleses aprendieron de la experiencia de sus combates en la selva birmana, apoyada decididamente por la de los australianos en Nueva Guinea, la necesidad de dotar a sus patrullas de la mayor potencia de fuego posible en forma de armas automáticas. Esta potencia de fuego, y la progresiva reducción de la amenaza comunista, permitía que a mediados de los 50 ya se considerase que una patrulla de 5 hombres era perfectamente razonable.

De patrulla
De patrulla

Unidades mayores, tamaño sección, se desplegarían para vigilar las carreteras y los ferrocarriles, moviéndose a bordo de los propios trenes, debidamente acondicionados, o con camiones y blindados ligeros sobre ruedas.

Información e Inteligencia

“Es evidente que la mejor (Y a la larga más barata) forma de combatir al comunismo en cualquier país, es una organización de inteligencia bien pagada, con suficientes profesionales y sobre todo, dotada con dinero suficiente para ofrecer abundantes e importantes recompensas a los delatores” Coronel Richard Clutterbuck. Oficial de inteligencia en Malaya.

Toda decisión y toda planificación se basa en la labor de inteligencia sobre el terreno. Como en todo conflicto, esta era la base del planteamiento de toda operación bélica. Pero precisamente la fuerte división étnica que era causa de la fortaleza de la posición británica, hacía difícil infiltrarse en el partido comunista. Por si fuera poco, era difícil pensar en una población hacía la que los británicos sintiesen más hostilidad que hacia los chinos, contra los que mantenían todo tipo de prejuicios culturales y racistas. Incluso en los momentos más intensos de su campaña de “corazones y mentes”, el propio Templar acusaba indiscriminadamente a los chinos de “cobardes” por no enfrentarse a los terroristas y por no proporcionar información. Desde el principio del conflicto, los análisis de inteligencia están llenos de expresiones de desprecio hacía unas gentes que pagaban impuestos informales o apoyaban a la guerrilla coaccionados por las amenazas de muerte de esta. La incomprensión que esto suponía y el desprecio que comportaba, se complementaba con expresiones coloristas como “el gusto chino por el secretismo”, “su carácter impenetrable” y otras lindezas heredadas de la mejor literatura popular decimonónica.

La debilidad de los servicios de inteligencia británico queda de manifiesto con un solo hecho: Solo había 12 británicos que comprendían el chino y 228 agentes nativos chinos. Esto para controlar una población de más de 3.000.000 de personas que empleaban ese idioma. Solo hay que imaginar lo que esto suponía a la hora de interrogar o analizar documentos capturados. Por eso, su labor dependía por completo de los simpatizantes chinos que pudiesen reclutar. Y es que había entre los chinos, sobre todo los adinerados, muchos simpatizantes del Kuomintang, que estaban dispuestos a hacer todo lo posible por evitar una victoria comunista. No obstante, y ya que la infiltración era casi imposible, los servicios de inteligencia recurrieron a los sobornos y las recompensas para lograr que algunos miembros del partido cambiasen de bando, y trataron de poner algo de orden en la situación copiando otro recurso japonés: La tarjeta de identificación personal. Permitía supervisar quienes entraban y salían de los pueblos y verificar la identidad de los mismos.

El servicio de inteligencia demostró una incompetencia tan evidente, que fue disuelto y reorganizado de nuevo desde su base. Diseñado desde sus cimientos para proporcionar a la policía y al ejército la información necesaria, se basó en dos grandes premisas.

Un insurgente herido es capturado e interrogado. La balanza comenzaba a torcerse
Un insurgente herido es capturado e interrogado. La balanza comenzaba a torcerse

La unificación de todas las labores de inteligencia, sin caer en rivalidades entre distintas organizaciones, civiles y militares. Por si fuera poco, el control británico sobre todas las fuentes de información, ejército, policía y administración, facilitaba la recopilación de datos.

El empleo intensivo de los interrogatorios y de todas las técnicas de captación y conversión existentes para conseguir que los prisioneros fuesen la fuente principal de información e inteligencia.

Los prisioneros eran ubicados en grandes complejos donde se les trataba bien y se les ofrecía la posibilidad de aprender oficios, y hasta de practicarlos con un programa muy generosos de pases diurnos.

Una vez que se contó con un número suficiente de prisioneros y arrepentidos, se investigó a fondo que era lo que preocupaba a los combatientes y sus posibles brechas ideológicas. Una de las más eficientes, como en todo conflicto, era la frustración sexual. Era un tema especialmente crítico debido a la presencia de un importante número de mujeres en los campamentos. Si el partido comunista prohibía las relaciones sexuales entre los combatientes podía deberse tanto a una moralidad excesiva como al intento de evitar conflictos entre los varones por un número de mujeres insuficiente. Pero el caso es que esa frustración se incrementaba ante la presencia del sexo opuesto y se agriaba ante la evidencia de que los oficiales estaban exceptuados de las draconianas represalias que esperaban al que rompiese la prohibición de confraternizar.

Estas medidas tuvieron tanto éxito que incluso se logró organizar una fuerza especial formada por arrepentidos: la Fuerza Voluntaria de Operaciones Especiales. Si bien rara vez estos voluntarios estaban dispuestos a combatir abiertamente a sus antiguos compañeros, no tenían excesivos problemas en servir como guías a las fuerzas británicas que si se enfrentarían a ellos.

Patrulla en la jungla
Patrulla en la jungla

Aunque solo a partir de 1955 existió un departamento de guerra psicológica con tal nombre, no cabe ninguna duda de que desde el principio de la emergencia se emplearon técnicas que, sin ninguna duda, pueden ser enmarcadas bajo esta denominación y que estaban dirigidas a minar la moral del enemigo y fomentar las deserciones.

Otras grandes ventajas de los servicios de inteligencia, es que aunque los oficiales no hablaban chino, si había muchos de ellos que hablaban malayo. En Vietnam, por ejemplo, a los asesores británicos les gustaba señalar que prácticamente ningún oficial norteamericano de inteligencia hablaba vietnamita y muy pocos entendían francés. Pero también es importante recordar que los americanos no llevaban más de un siglo gobernando Vietnam.

Churchill Y El Mando Único: “Un Hombre Y Un Plan”

La respuesta a la actual situación no está en enviar más tropas a la selva, sino en los corazones y las mentes de las personas” Sir Gerald Templar

Para 1951 estaba claro que las operaciones británicas daban resultados. A finales de año las acciones de la guerrilla se habían reducido a casi un tercio de las que se producían en 1949. Pero incluso así, ya había una larga lista de más de 3.000 personas asesinadas y no se veía claro el final del conflicto. En Octubre de 1951 Sir Henry Gurney era asesinado, lo que recordaba que con independencia de su número, las bajas seguían produciéndose. Justo al mismo tiempo, Winston Churchill alcanzaba el puesto de primer ministro de nuevo. Churchill envió a su ministro para las colonias, Olyver Lyttelton a Malaya, y este regresó con seis recomendaciones, que se podían resumir en una: Nombrar un procónsul, dotado de todos los poderes, civiles y militares, para que se concentrase en apartar al pueblo del apoyo la guerrilla.

Tras debatir la cuestión con el Mariscal Montgomery , y contando con su aprobación, Churchill se decidió por Sir Gerald Templer, un oficial de alto rango con experiencia en inteligencia (Algo en lo que Churchill esperaba se concentrase especialmente) y la típica y anodina hoja de méritos en la SGM de la mayoría de los oficiales protegidos de Montgomery. De hecho, casi lo único destacado que había hecho desde la S.G.M era participar activamente en la destitución del alcalde de Colonia, el futuro canciller federal alemán Konrad Adenauer. Pero pertenecía a la élite nobiliaria del país y tenía fama de duro. Esa fama que en el generalato inglés suele confundirse con modos despóticos y una voz potente. En resumen, el tipo de persona en la que Churchill estaba dispuesto a confiar.

Sir Gerald Walter Robert Templer
Sir Gerald Walter Robert Templer

¿Había base para esa confianza? Templar ha sido elevado a los altares, como muchos otros oficiales, por el mero hecho de haber ganado una guerra. Pero con independencia de las características reales de esta. (Lo que explica que sea desconocido fuera de su país natal). Combatiente en la Primera Guerra Mundial, oficial en Palestina, corredor en las Olimpiadas y oficial de inteligencia de la BEF en 1939-1940. Durante la Segunda Guerra Mundial dirigió dos divisiones en Italia, la 56º y la 6ª Acorazada, hasta que resultó herido, y se le retiró a un destino “suave”: Oficial de inteligencia.

Pero no obstante, algo en aquel hombre despertó la confianza de Churchill (Un Churchill al que ya acosaba la senilidad, no lo olvidemos). Le citó para una entrevista privada, en ella le comunicó su nuevo cargo, Alto Comisionado Británico en Malaya. Con un tono épico, le informó de que le concedía todos los poderes, políticos y militares, y por tanto el mando sobre todas las fuerzas disponibles. Según los recuerdos de los presentes, la entrevista se realizó en Canadá, y Churchill estaba emocionado y un poco bebido. Según su costumbre, no evitó la ocasión de emplear una metáfora histórica: “Nadie, desde Cromwell, ha tenido todo el poder, político y militar, en sus manos”. Con ese cargo iba una responsabilidad: Terminar con la insurgencia.

Tendría a su mando 22.000 tropas de combate, 6.000 hombres de los servicios auxiliares, y 75.000 policías, apoyados por una fuerza de milicianos a tiempo parcial que rondaría los 300.000 hombres.

Templer Y La Victoria. “Ganar Los Corazones Y Las Mentes” 1952-1954.

Templer, enérgico y explosivo, fue el único general norteamericano, inglés, francés, alemán o ruso que venció por completo a una fuerza de guerrillas en Asia”. Paul Johnson. “Héroes”.

Hasta ese momento las tropas británicas habían tenido una cierta tendencia a minimizar el número de prisioneros mediante el recurso de abatirlos durante sus “fugas”. Templar hizo todo lo posible por cesar con algo que era perjudicial para la imagen de los británicos como para su política de minar el movimiento comunista. Era importante capturar a todos los prisioneros posibles, interrogarlos, y en la medida de lo posible ganarlos para la propia causa. Así servirían, potencialmente, para rastrear y localizar a sus antiguos camaradas, dirigiendo a las patrullas británicas. Había decidido que había que apostar abiertamente por los chinos no comunistas, y por eso hizo lo posible por convertir a una policía étnicamente malaya en una organización multirracial. Hizo de relaciones públicas tratando de ganarse a los chinos sin perder a los malayos, y dejando claro en todo momento que los británicos y los nativos combatían juntos por un futuro que estaría en manos de los ciudadanos de una nación malaya que sería muy pronto completamente independiente. También invirtió aún más dinero en mejorar la situación de las nuevas aldeas, dotándolas de servicios médicos y educativos eficientes.

Nativo en misión junto a un británico
Nativo en misión junto a un británico

Pero en esencia todo esto ya eran medidas que existían anteriormente, a las que simplemente trataba de dotar de eficacia y nuevo vigor. Entre las medidas más importantes para ganarse “el corazón y las mentes” estuvo su concesión de la ciudadanía malaya, en igualdad de condiciones, a la población china. Una decisión que de haberse tomado unos pocos años antes habría privado a los comunistas de gran parte de sus simpatizantes. Como en muchos otros casos, hacían falta años y costes enormes para reparar los errores iniciales. Pero lo importante es que se avanzaba en la dirección correcta, y al permitir a los chinos participar en las elecciones en igualdad de condiciones, sentó las bases para que la Asociación China de Malaya se convirtiese en un partido político sólido, cuyos logros reales privaban al Partido Comunista Malayo de casi todos sus argumentos.

Pero por encima de todo, Templar comprendió que no estaban librando una campaña de insurgencia colonial tradicional y que Gran Bretaña no era una nación que pudiese actuar de forma independiente en el nuevo escenario internacional (Curioso, ya que en el futuro ocuparía el puesto de Jefe del Estado Mayor Imperial durante la planificación del fiasco en Suez) Por eso empezó a colaborar aún más abiertamente que sus predecesores con los norteamericanos, aceptando su supervisión y sus instrucciones, y recibiendo a cambio mucho más material. Corea había sido el punto culminante en la nueva política exterior norteamericana, que apoyaría sin condiciones la lucha contra cualquier movimiento de signo comunista. También hay que tener en cuenta que el acceso libre de los norteamericanos a todos los centros de decisión les permitió recopilar mucha información que usarían luego, acertadamente o no, en sus operaciones de Vietnam.

Panfleto arrojado sobre los insurgentes malayos escrito en chino. Al presentarse y rendirse con una Bren recibirán 1000 libras de recompensa
Panfleto arrojado sobre los insurgentes malayos escrito en chino. Al presentarse y rendirse con una Bren recibirán 1000 libras de recompensa

Como la estrategia de Briggs parecía haber dado ya todos sus frutos, Templer decidió dar un paso más: Declaró varias zonas “liberadas” de la presencia enemiga, y levantó en ellas las restricciones existentes. La nueva política consistía en asegurar zonas susceptibles de ser “limpiadas” y otorgarles protección, para seguir avanzando hacia zonas aún conflictivas. El 3 de Septiembre de 1953 Templar declaró “liberada” la primera “área blanca”. Las aldeas podían elegir sus propios ayuntamientos, con lo que una gran parte de las decisiones diarias pasaban a sus manos e implicaban a la población en el buen funcionamiento del asentamiento.

El empleo de una fuerza tan aplastante rendía sus frutos, y para 1954 la actividad de la guerrilla comunista estaba bajo mínimos. Sin embargo, su capacidad de apoyo cercano era limitada, ya que rara vez los insurgentes mantenían el contacto el tiempo suficiente como para que la RAF acudiese. Todo lo más, hostigaban la ruta de retirada con cohetes.

La RAF no tuvo una actuación destacada en el conflicto. Los condicionantes políticos le prohibían actuar en las proximidades de los núcleos habitados, y no existían unas comunicaciones suficientemente seguras como para que los grandes bombarderos atacasen a las concentraciones comunistas sin riesgo para las tropas de tierra que las habían detectado. Solo en las raras ocasiones en que se descubrían por vía aérea campamentos o plantaciones de alimentos, era posible enviar a los grandes bombarderos. En cualquier caso, el papel de la RAF fue muy limitado, y señala la principal diferencia con el conflicto de Vietnam, donde los soldados norteamericanos tenían a su disposición un apoyo aéreo inmediato y masivo.

El apoyo aéreo por parte de bombarderos pesados fue raro
El apoyo aéreo por parte de bombarderos pesados fue raro

El 30 de Mayo de 1954 terminó el periodo de servicio de Templar. Aunque este se oponía a que se publicitase demasiado rápido una victoria (Amenazó con disparar a los periodistas que habían proclamado la “victoria en la selva”), lo cierto es que sus propias fuentes de inteligencia señalaban que la fuerza operacional del enemigo se había reducido a la mitad, pero sus actuaciones a una quinta parte. Quizás ya solo quedasen 3.000 insurgentes en armas.

Templar regresó a Inglaterra para ser recompensado con el nombramiento como Jefe del Estado Mayor Imperial, desde donde tuvo el dudoso honor de participar en la Crisis de Suez (Si bien en un papel casi meramente decorativo). Tras la misma y su posterior retiro, fue el principal apoyo de la creación del Museo del Ejército Británico (National Army Museum) en Chelsea, Londres.

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