QH88 La Batalla de Eylau, se libró entre los días 7-8 de Febrero de 1807, y fue parte de la guerra del Imperio Francés contra la IV Coalición. Fue la primera prueba difícil de Napoleón, que hasta entonces arrasaba en Europa, contra un enemigo formidable como los rusos, pero también será recordada por la más impresionante carga de Caballería jamás vista en Occidente.

Contexto inicial
En 1807 Napoleón tenía vía libre en Europa. En Austerlitz y Jena había barrido literalmente a los ejércitos de sus dos grandes potencias enemigas, Austria y Prusia respectivamente. El balance de poder en Europa giraba ahora en torno a Francia. El Emperador creó inteligentemente varios Estados tapón aliados en Italia (Reino de Italia) y Alemania (Confederación del Rin), que formaban un conjunto de Estados satélites alrededor de Francia.
Con estas sobresalientes victorias, Napoleón propone negociaciones con sus enemigos de la Cuarta Coalición (Inglaterra, Prusia, Rusia, Sajonia y Suecia) en sus propios términos, pero éstos se rehusaron a cualquier tipo de negociación con Francia, probablemente alentados por Inglaterra. En Prusia el rey Federico Guillermo III huye a la frontera con Rusia (Polonia) para continuar la guerra al lado del zar Alejandro I. Napoleón frustrado, crea el Bloqueo Continental, para aislar a Inglaterra económicamente y forzarla a negociar.
En Noviembre de 1806, Napoleón recibe reportes de tropas rusas movilizándose por la frontera polaca. Sin pensarlo dos veces, prepara su siguiente campaña. Ya había derrotado completamente a austriacos en 1805 y a prusianos en 1806. ¿Llegará ahora el turno de los rusos?
La Batalla. Preparativos
Lo cierto es que Napoleón encontró poca resistencia inicial, los rusos habían abandonado su parte de Polonia (que les tocó durante las particiones del siglo XVIII) y los franceses pudieron avanzar hasta Varsovia, la cual capturaron. Buscando un choque decisivo se enviaron algunas tropas francesas al otro lado del Vístula, pero sin encontrar mayor resistencia. Lo más cercano a un choque en toda regla fue en Golymin, pero la retirada táctica rusa le quitó de las manos al corso su tan ansiada victoria.
Así que con este panorama, Napoleón ordenó establecer cuarteles de invierno en Polonia, mientras maduraba la idea de restaurar un Estado polaco afín a Francia, relajándose sus tropas en el húmedo frío polaco, mientras él se divertía palaciegamente con la condesa María Walewska, su nueva amante.
Pero como dice el dicho, “el enemigo nunca descansa”, Los rusos estaban preparándose para una ofensiva y borrar de Polonia al corso y a cualquier pretensión que se tenga sobre ese territorio.

Se nombró un nuevo comandante, el conde Von Bennigsen, y para mediados de enero las tropas a su mando comenzaron a moverse con el objetivo de atraer a las tropas franceses al Vístula, donde las tropas rusas puedan machacarla “a piacere”. La “ofensiva” contaba con una fuerza de 75.000 hombres, y tuvo relativo éxito pues el dispositivo ruso chocó a fines de febrero con fuerzas francesas al mando de Bernadotte.
Con su genio táctico, Napoleón ordenó a Bernadotte retirarse progresivamente, mientras se ponía en movimiento con el grueso de sus fuerzas a través del Vístula. Su objetivo era atraer a los rusos a una trampa. Lamentablemente para el corso, el mal estado de las carreteras, el clima que aún arreciaba y el hecho de que los rusos pudieron interceptar sus planes, hicieron que su plan no se cumpla. Si se quería combatir habría que hacerlo otro día. No faltaría tiempo para ello.
El 3 de febrero ambas fuerzas volvieron a estar próximas. Bennigsen ordenó a sus tropas concentrase en el cercano pueblo de Jenkendorf, donde fueron encontrados por los franceses, pero las tropas francesas estaban muy dispersas y los rusos pudieron retirarse sin problemas a Eylau (54°24′00″N 20°38′00″E).
La Batalla. Primer día, 7 de febrero
Bennigsen contaba en Eylau con aproximadamente 67.000 hombres y 460 cañones, con unos 9.000 prusianos estacionados cerca. De esas tropas destacó unos 15.000 hombres al mando de Bragation para que cubran las rutas de aproximación al pueblo. El resto de sus fuerzas quedaría estacionado en los alrededores de Eylau.
En la tarde del 7 de febrero Napoleón contaba frente a Eylau con unos 45.000 hombres y 200 cañones, compuestos por su Guardia Imperial, el IV Cuerpo al mando de Soult, el VII de Augereau, y un Cuerpo de Caballería al mando de Murat. Más hombres estaban a un día de marcha, el III cuerpo de Davout y el VI de Ney, con cerca de 30.000 hombres más. Esto da una idea de la dispersión de los franceses, versus la concentración de las tropas rusas, por esta razón Napoleón no quería presentar batalla inmediatamente, totalmente consciente de su inferioridad numérica. Prefería concentrar sus tropas y atacar.
A pesar de esto las fuerzas francesas avanzas. Aun el motivo de este cambio es discutido por los estudiosos: ¿Por qué avanzaron los franceses si estaban en desventaja, y su Emperador era consciente de ello? Algunos historiadores concuerdan que Napoleón cambió su parecer por dos motivos. El primero de ellos era el de prevenir una nueva retirada rusa, cortar ese juego del gato y el ratón que desgastaba a las tropas. El segundo, por el hecho de guarecerse del terrible frío invernal. Otros, sin embargo creen que el avance fue fruto del mal entendido entre Napoleón y sus subordinados. Momentos antes el Emperador había insinuado sus planes de esperar hasta la mañana guareciéndose en Eylau. La voz se fue corriendo a antes del anochecer las escaramuzas comenzaron alrededor del pueblo entre las tropas de Soult y Murat y los rusos que guarecían. Ambos comandantes no pudieron impedir dicho avance, que fue costoso pues los rusos recibieron a los franceses con nutrido fuego de mosquete de de cañones.
A pesar de esto, las fuerzas francesas pueden tomar el pueblo justo antes del anochecer. Esa noche la temperatura baja a los -17°C, y los soldados de ambos bandos se refugian como pueden, para esperar el grueso del combate al día siguiente.
La Batalla. Segundo día, 8 de Febrero
Luego de una difícil noche, el amanecer llegó muy poco placentero. El frío no amainaba y las ventiscas reducían la visibilidad. Los soldados casi congelados, envueltos en trapos o lo que podían conseguir, parecían duros autómatas moviéndose entre la niebla. Pero dentro de poco el ambiente se iba a calentar con el olor a pólvora y metralla. Bien temprano en la mañana las fuerzas se encuentran cara a cara. Los rusos saben que tienen superioridad numérica y que tienen al frente nada más y nada menos que al monstruo, al Emperador en persona. Tenían que atacar rápido y fuerte para derrotar a Napoleón antes que lleguen los refuerzos ¿Será este el día de la victoria?
Napoleón se sabía en desventaja, pero tenía el as en la manga de esos 30.000 hombres adicionales (Davout y Ney) que esperaba que llegaran en algún momento del día. Su plan era que el grueso de sus tropas (técnicamente el IV Cuerpo de Soult) aguantara a los rusos, mientras llegaban Davout y Ney atacando por los flancos. Una vez esto, Augereau y Murat en reserva atacarían para dar el golpe final. Pero el plan de Napoleón dependía de una sola cosa: la rápida llegada de sus dos Mariscales.
A las 8.00 AM las acciones se iniciaron con un nutrido duelo de Artillería. Media hora más tarde Napoleón decide enviar en un ataque de sondeo, a tropas al mando del Mariscal Soult (Infantería), con apoyo del General Lasalle (Caballería) y de tanta Artillería como pudieron reunir, para en primer lugar comprobar el estado combativo de las tropas rusas y en segundo lugar comenzar la maniobra prevista de sujeción de las mismas. Con más tropas los rusos también avanzan al mando del General Tutchkov y hacen frente a las tropas de Soult.
A las 9.00 AM y luego de estas escaramuzas Napoleón suspira aliviado, a su derecha ve llegar la primera División del cuerpo de Davout, justo por la izquierda del dispositivo ruso. Pero no todas son buenas noticias, a su izquierda ve que parte de las tropas de Soult no están pudiendo resistir el avance ruso y están comprometidas, comenzando a replegarse.
Viendo esto, el comandante ruso von Bennigsen hace avanzar a parte de su Caballería, para atrapar a las fuerzas de Soult, impedir que vuelvan a sus filas y aislarlas. La Caballería rusa logra su objetivo, los franceses detienen su avance y hacen frente como pueden a los mortales avances rusos. Al mismo tiempo Bennigsen ordena a parte de su Caballería atacar a las fuerzas de vanguardia de Davout que venían llegando, buscando retrasar su actuación en el campo de batalla.
Napoleón ve que debe hacer algo por liberar a sus hombres, hay riesgo que más tropas rusas se vuelquen contra Soult, y si el IV Cuerpo de Soult colapsa todo el dispositivo se verá comprometido. Todavía no llegaba Ney y sólo había arribado parte de las fuerzas de Davout. El riesgo es máximo, los rusos tienen la ventaja y la derrota puede estar cerca.
A las 10.30 AM ordena al Mariscal Augereau y su VII Cuerpo, entonces en reserva, realizar un ataque por el flanco izquierdo ruso, para aliviar la presión que sufrían las tropas de Soult. El Mariscal se encontraba enfermo y apenas podía montar a caballo, pero igualmente avanzó junto a sus tropas. Sin duda su estado físico y las condiciones climáticas y geográficas (ventiscas, muy poca visibilidad), hicieron forzar una compleja maniobra que en la cual el VII perdió el rumbo. En lugar de aparecer frente a la Infantería enemiga como estaba previsto, lo hizo frente al grueso de la Artillería rusa en el centro, que al ver aparecer de la niebla a los franceses comenzaron a disparar sin piedad. El VII Cuerpo sufrió gravísimas pérdidas, y Augereau con unos pocos sobrevivientes se retiraban hacia el pueblo, sólo para ser atacados nuevamente por la Infantería Ligera rusa que le volvió a causar graves pérdidas. Todo el Cuerpo se salvó por el sacrificio del 14 Regimiento de Línea, que pudo cubrir la retirada, pero que fue aislado en el intento de retirarse por los rusos, perdiendo muchos de sus hombres, y con su águila capturada.
Ahora Napoleón, subido en la parte más alta del campanario de la iglesia de Eylau, veía como su centro colapsaba y como el enemigo se acercaba peligrosamente a sus posiciones, cosa que al final pasó y que gracias a una decisiva defensa de sus guardias personales impidió que fuera capturado antes que la Guardia Imperial llegara a restablecer la línea. El avance se frenó justo en el cementerio, a pocos metros del Emperador.
La batalla estaba muy comprometida para el corso. Necesitaba una movida que le hiciera volcar la suerte a su favor.
La carga de Caballería
El centro francés estaba en una posición muy precaria. Ney y el grueso de Davout no llegaban y los rusos presionaban. Lo único que tenía el Emperador que no estaba lo suficientemente golpeado era la Guardia Imperial (usualmente la última en entrar en combate), o la Caballería de Murat. Éste tenía bajo su comando a unos 11.000 efectivos, compuestos de Caballería Ligera (Cazadores a Caballo), Pesada (Coraceros) y Mixtas (Dragones). Y la movida del Emperador fue esa, lanzar a su reserva de Caballería sobre los rusos que avanzaban. Una jugada comprometida, ponía todo sobre el campo, pero era lo único que podía impedirle la derrota. Así, de forma desesperada, se inició una de las más grandes cargas de Caballería de la Historia: 11.000 jinetes cargaban al unísono contra sus enemigos.

A las 11.30 AM Murat hizo formar a sus Chasseurs al frente. Ver esa masa de jinetes avanzar en conjunto hacia el frente debe haber sido una vista espectacular y así quedó registrada en algunas obras pictóricas. Murat mismo integraba la carga, y en lugar de blandir el sable para el ataque que era lo lógico, lo hacía con una fusta, pues el enemigo lo había tratado de cobarde.

La carga de realizó de forma devastadora. En primer lugar barrieron a los infantes rusos que ejercían presión sobre Eylau, barriéndolos. Luego la carga se centró en recuperar el terreno perdido. Murat formó la Caballería en dos alas, la primera atacó a las fuerzas rusas que tenían cercado a Saint-Hilaire (quien había avanzado para apoyar a Augereau), mientras que la segunda fue a socorrer al 14 de línea que a pesar de sus fuertes bajas aún resistía. Ambos movimientos fueron exitosos, la línea se recomponía. Pero Murat quería más.
El hábil comandante de Caballería volvió a reagrupar sus fuerzas y se dirigió contra el centro del enemigo. Primero al trote, preservando a los caballos, pero cuando se vio cara a cara con la Infantería rusa ordenó todo galope y sable en mano, con efectos devastadores. La carga penetró en el centro ruso como un cuchillo en mantequilla, matando todo a su paso, llegando casi al puesto de mando de Bennigsen. Cuando llegó a la retaguardia rusa se dio la orden de volver atrás, pero no contentos con su éxito, los jinetes cargaron contra la Artillería rusa, destruyéndola, los mismos cañones que una hora y media antes habían devastado a la Infantería francesa. A un coste de unos 1.500 hombres Murat había ocasionado gravísimas pérdidas al enemigo. La carga de Murat había entrado en la historia y había salvado la derrota, la suerte comenzaba a sonreírle al corso.
Para cubrir la retirada Napoleón moviliza a su Guardia Imperial, cuya Caballería realiza otra exitosa carga. En el fragor de la carga el Coronel al mando de los Granaderos a Caballo arenga a sus tropas al ver que instintivamente bajaban la cabeza, “¡¡Frente en alto señores, estas son balas no mierda!!” (Haut la tête messieurs, la mitraille ce n’est pas de la merde!). La carga combinada de Granaderos, Mamelucos y Cazadores permitió a Murat volver exitosamente. La Caballería francesa infligió gravísimas pérdidas a los rusos, a un coste del 10% de sus hombres.

Y ahora la suerte comenzaba a cambiar, pues Davout con el grueso de sus tropas se hizo presente y siguiendo órdenes del Emperador comenzó a atacar el flanco izquierdo ruso. El ataque fue exitoso, y para las 3.00 PM toda el ala izquierda rusa había retrocedido y se había prácticamente plegado dentro del dispositivo.
Es en este momento que arriban al campo los 9.000 prusianos bajo el mando de Anton Wilhelm von L’Estocq, y como tropas frescas se incorporan a la izquierda rusa que se repliega, aliviando la presión y contraatacando. Las fuerzas combinadas ruso-prusianas retoman fuerza y luego de una tenaz resistencia, a las 4.30 PM hacen retroceder al III Cuerpo de Davout, forzándolo a volver a ocupar sus posiciones iniciales de cuando se hizo presente en el campo.
Los frentes parecen estabilizarse, hasta que finalmente a las 7.00 PM llega el grueso del VII Cuerpo de Ney, que se incorporan al ataque contra el flanco derecho ruso. Inicialmente son exitosos, pero luego de fieros combates deben retornar a las líneas francesas, junto al IV Cuerpo de Soult.
Cuando llega la noche, cae un profundo silencio en todo el frente, ambos contendientes paran a lamerse sus heridas.
A las 10.00 PM el General ruso Bennigsen ordena la retirada. Napoleón queda victorioso en el campo, pero es una victoria costosa. En el campo francés hay 25.000 bajas, poco más de un tercio del total de la fuerza. En campo ruso unas 15.000, un 20%. A pesar de ser victoriosos los franceses no tienen fuerzas para perseguir al enemigo, sería suicida.
Al día siguiente Napoleón recorre el campo de batalla y sus horrores. Ney, un hombre curtido en la guerra exclama: “Quelle massacre! Et san resultant!” (“¡Vaya masacre! y para nada!”).

Ambos enemigos se retirarían a cuarteles de invierno, y no volverían a enfrentarse durante un tiempo. La campaña había finalizado. Eylau fue una victoria pírrica para Napoleón, se puede decir que fue más un revés que una victoria. Los rusos demostraron ser un hueso más difícil de roer que austríacos y prusianos.